jueves, 16 de octubre de 2008

No need to fake it

Ayer fue un día cagado, aunque la premisa no fuera demasiado atractiva.

Amaneció muy nublado, de esas veces en que mira uno por la ventana y ni ganas de salir. Bueno, eso de que amaneció es más un eufemismo porque la neta eran como las 10.30 de la mañana cuando abrí los ojos. Pero supongo que eso no supone mayor diferencia. La cuestión es que me bañé, desayuné, y justo cuando me disponía a salir hacia la universidad para hacer mis deberes, empezó a llover. Curioso, cuando uno hace todo lo posible para no procrastinar, la naturaleza nos sale con cada pendejada...

Clima caprichoso, después de la lluvia bastante tupida que cayó por unos 20 minutos salió el sol, para volverse a nublar minutos después. Nada de ollas llenas de oro por el momento.

Después de unas horas ñoñas, vi a mis amigos por primera vez desde su viaje por la costa de Queensland. Confirmaron su interés por una recomendación que les hice días atrás (vía facebook, ni más ni menos), sobre lo que prometía ser una excelente película.

Fast forward a un sandwich de atún con queso derretido, humillación a Simón el bocón en Wii, me encontré con mis cuates afuera de Chicken Gourmet, un lugar cerca de la universidad que vende además de pollo ensaladas y pizzas, y que no me inspira confianza en lo absoluto, pues ya comí ahí un par de veces y al igual que KFC, me arrepiento con la primera (y asquerosamente grasosa) mordida. Y si a eso le sumamos el hecho de que el propio Simon me dijo que se le hace inaceptable comer ahí a menos que sean las 3 am, la cosa se pone realmente seria. Tal vez muchos no lo sepan pero Simon come sándwiches de queso con cátsup, o si está realmente inspirado, tocino con cátsup. Y si él le dice que no al CG, creo que le tengo que hacer caso.

Llegamos un poco tarde a la función, aunque no nos perdimos de nada importante. Al parecer mi mindset era el adecuado porque ni siquiera me había sentado, y ya me estaba cagando de risa.

¿La película? Harold and Kumar escape from Guantanamo Bay.



No ofreceré una reseña de ló que pasó en los siguientes cien minutos pero baste con decir que si se consideran simples y no la han visto no sé en qué están pensando. Yo me la pasé de pelos.

Los demás sí rieron, pero al final como que les daba penita aceptarlo. Y es que la película es políticamente MUY incorrecta y si uno no trae una mente abierta puede resultar incómodo, supongo. Yo no sabría decir porque justo esas escenas over the top fueron las que más me hicieron reír. Como sea, si no se la pasaron tan bien como yo es muy su pedo.

Ya en el camino de regreso Stefan venía diciendo que después de su viaje ya no se sentía como un extraño de vuelta en Canberra, que después de todo ya se sentía más acostumbrado a la vida pueblerina de acá. Y que ahora no veía tan malo tener paz y tranquilidad y descanso.

Hoy me habló el cabrón, para preguntarme qué iba a hacer en la tarde. Le prometí que mañana armaremos algo, una cena y chelas de jodido. Para combatir la asfixiante monotonía del hedonismo estudiantil.

Poco le duró el gusto: bienvenido de vuelta.

No hay comentarios: