martes, 23 de diciembre de 2008

Ciento-miento

Así es. Cien. Cien muestras de lo trivial que puede llegar a ser la mente humana; cien botones de lo que su interlocutor ha pensado, sentido y vivido en los últimos diez meses. He de confesar que cuando inicié, de la forma más irreflexiva e impulsiva, jamás imaginé llegar a este punto. Ahora siento tener una deuda moral con este pequeño monstruo, y en su cumpleaños se requiere un pastel que amerite la ocasión. Aunque le lleve un buen rato a los lectores y un servidor apagar cada una de las velitas.

Realmente no ha pasado demasiado en los últimos días que sea digno o apropiado para contar, así que me veo forzado a sacar del baúl de los pendientes un tema que por su importancia, me había negado a tocar como se debe (léase, como sacerdote a infante).

El tema de este post del centenario, es pues, la Música.

De entrada, las primeras complicaciones comienzan a aparecer: ¿De qué chingados voy a hablar exactamente? ¿Cuál será el soundtrack apropiado? ¿El fenómeno OVNI es una realidad y Jaime Maussan tenía razón todo este tiempo?

Al toro, por los cuernos, así que empezaré: la música es algo realmente importante, que desgraciadamente muchos pasan por alto. Qué frecuentes son las respuestas dubitativas en las personas cuando uno les pregunta qué música les gusta. ¿Es acaso tan difícil definir lo que a uno le gusta, lo que hace a uno feliz? ¿Lo que en unos cuantos segundos es capaz de ponernos de buenas? ¿O remontarnos a otro lugar, a otro tiempo? En verdad, siento mucha lástima para quienes no pueden.

En mi caso, he procurado que la música me acompañe en la medida de lo posible: al caminar a la escuela, en una reunión con amigos, a bordo de un avión o donde sea. Y ahora que lo pienso, aunque no haya un dispositivo disponible, siempre me las arreglo para inundar mi mente con algún sonido placentero. A veces, incluso, uno es capaz de contagiar a los demás, silvando, tarareando o cantando una canción, que en segundos se ve secundada por agradecidos seguidores. Ahhh, qué poderosa es la voz humana, capaz de brindar alegría al simplemente entonar una melodía...

Mirando en retrospectiva, no puedo ni imaginar cuánto le debo a esta musa ( y ustedes no se hagan pendejos, si bien saben que no soy el único): viajes con el único pretexto de un concierto o un festival, viajes en carretera que se harían interminables sin la ayuda del estéreo… vaya, pienso en una boda, lo poco invitadora que sería (para la gran mayoría porque a mí no me atrae demasiado) sin la promesa del venao, o el negro (Rodrigo) José… o aquellas noches manejando en la ciudad con el gordito, donde hasta del celular nos valíamos con tal de que Pink Floyd fuera parte de nuestro entourage

Fiel acompañante, en las buenas que convierte en mejores, o en las malas que hace más pasaderas, la música nunca nos juzga: a mí me gusta pensar que cada canción guarda en cierto modo todo lo que vivimos mientras ella ejecuta, y que cada vez que la escuchamos, algo, aunque sea mínimo, nos trae de vuelta a aquellos momentos, y con aquellas personas con quienes alguna vez compartimos un pedazo de magia, un momento de amistad, o incluso unos minutos de ridículo (Juan Gabriel es especialmente bueno para esto último, ¿o no Rubito?).

Pido un minuto, no de silencio, sino de buena música (la que ustedes consideren como tal), en honor a ella. Gracias por todo. Y gracias a todos los melómanos lectores de este espacio, por compartir conmigo su grandeza.

Hasta pronto!

domingo, 21 de diciembre de 2008

House in order

Gran sorpresa me llevé a mi regreso a Canberra: Simon SÍ había limpiado todo el departamento, tal y como había dicho tiempo atrás. Bueno, le faltó limpiar mi cuarto pero eso era de esperarse. Pinche australiano egoísta, ¿qué le costaba? Como sea, en ese momento no le di mucha importancia pues era medianoche y lo único en mi mente era dormir en mi cama de sábanas de algodón y dos almohadas de distinto espesor. Los días subsecuentes, sin embargo, estuvieron llenos de desmadre pues mi amigo Stefan llegó al día siguiente y dejó la estancia literalmente convertida en una trinchera pues tenía que empacar y dejar listas sus maletas. Ahora que ya no están, tuve que empezar mi propio desmadre en el depa para evitar sentirme raro. Sí, suena estúpido pero es cierto. Aunque no es para tanto, pues llega el punto en el que saco a relucir mi lado obsesivo-compulsivo. Y fue entonces cuando me decidí a acomodar mi cuarto. Un verdadero desastre, pues fiel a mi costumbre de guardar pendejadas en la cartera, y posteriormente en el escritorio (según yo para llevar control de todo lo que hago), he tenido que revisar y tirar al menos 40 papeles regados por todos lados. A lo largo del inconcluso proceso, me he encontrado con muchas cosas que he guardado por alguna razón que aún ahora no me queda demasiado clara. Por ejemplo, el boleto del cine cuando fui a ver THX 1138, o infinidad de comprobantes de cada vez que sangro mi paupérrima cuenta de ahorros. Hasta notas del súper, de cuando recién llegué, cuando según yo iba a comparar precios para buscar las mejores ofertas en cada cadena. Como se podrán imaginar, no tardé mucho en darme cuenta de que era ridículo andar perdiendo mi tiempo en esas cosas, pero esos malditos papelitos siguen y siguen apareciendo.


Y con ellos, mágicos viajes a épocas insospechadas; recuerdos de cuando era estudiante de tiempo completo y no un completo vago hedonista. Bueno, no es para tanto, pero ustedes comprenderán.


Ahora, el 523 está lleno de vida: sí, carece de una computadora dedicada a juegos en línea por lo menos 6 horas diarias (cortesía de mi antisocial roomie), pero la buena música y los episodios de South Park y Flight of the Conchords viven hasta altas horas de la noche. Y no más cricket, por dios santo. Puto deporte de mega hueva. Al contrario: ayer, la repetición de la (decepcionante) final de Roland Garros, y hoy, la come-uñas final de Wimbledon. Lo cual me recuerda el repasón que le di a Stefan como regalo de despedida en 3 sets. Espero que el siguiente semestre encuentre a alguien que me dé pelea en tenis. Y tal vez en fanfarronería pero eso lo dudo bastante…


Ahora me cae el veinte: tengo bastantes discos para bajar. Esta ha sido una temporada especialmente prolífica para los lanzamientos de discos interesantes, y estoy bastante rezagado. The Cure, The Killers, Buena Vista Social Club, Dido (sí, me gusta y qué), Oasis, Peter Bjorn & John, Travis, Lilly Allen… ufff hay hartas cosas en qué entretenerme.


Así que si el tiempo lo permite, tendré en qué entretenerme en esta venidera semana de natividad solitaria. Digo, yo, que no tengo a quién ladrar. Si ustedes tienen, qué chingón, en verdad. Yo sólo espero que disfruten esta temporada de fiestas, posadas, vacaciones y pseudo-invierno matutino. Se agradecerán sus mentadas particulares…


P.S. Después de todo, sí extraño a Simon: se llevó el Wii el hijo de la chingada…

jueves, 18 de diciembre de 2008

Mors est quies viatoris. Finis est omnis laboris

De vuelta en mi hogar del hemisferio austral, las cosas ya no son iguales. Y no volverán a serlo. Ya no soy el mismo de antes.

Podría contar una cosa o dos sobre los lugares que he podido visitar, pero creo que no tendría caso. Una persona con la que viajaba me contó que no le gustaba la idea de ir a los lugares simplemente para ir palomeando una lista, para poder decir que ya había estado. No pude evitar reír un poco, por supuesto, recordando verla tomando fotos, como loca, de absolutamente todo. Y es que en cierto modo, a veces eso es justo lo que hacemos, bastante pretenciosamente por cierto: querer capturar una experiencia a través de una cámara. A veces parecemos más preocupados por tener la foto perfecta que por capturar la imagen en nuestra mente y nuestra memoria. Por cierto, he comprobado que hay personas a las que simplemente no se les da eso de la fotografía y que una cámara point-and-shoot (en el modo automático) es todo lo que necesitan para pasar un buen momento. El tipo de gente para la cual la calidad de una foto se mide en megapíxeles y no en pulsaciones por minuto...

No les extrañe que no sea un gran fanático de las fotos en las que salgo yo; es simplemente que me cuesta demasiado delegar ese tipo de responsabilidades a personas que tienen una idea demasiado rudimentaria de lo que una buena fotografía debe ser. Y como los resultados son pocas veces satisfactorios, tendré que omitirlos de este sagrado lugar. Confórmense entonces con mis propias fotos. Y no se atrevan a pedir mucho, porque mi cámara es viejita y medio chafa (aunque al menos no cabe en el bolsillo, lo cual en mi opinión es una buena señal).




Creo que el encanto de visitar un lugar no reside en el lugar en sí, sino en lo que dicho lugar puede hacernos sentir y pensar. ¿Turismo emotivo? Sí, algo así, pero usando otras palabras que no suenen tan cheesey.

Por lo pronto, yo ya palomeé algo que ni siquiera estaba en mi lista: me salió una lágrima de felicidad al ver un paisaje. ¿El responsable? Un tal Mount Cook...


lunes, 15 de diciembre de 2008

These privileged and weary eyes

Nunca pensé que me alegraría decirlo, pero creo que me da gusto que todo esto llegue a su fin. Me siento agotado física, mental y emocionalmente. Melancolía, satisfacción y muchísimas otras cosas pasan por mi cabeza. Glaciares, ciudades, paisajes y cosas al extremo, pero todo lo que me puede llegar a satisfacer en estos momentos es dormir en una cama con sabanas 100% algodón, con todas sus implicaciones.
Otra cosa que extraño mucho, por si no lo han notado, es tener tiempo ilimitado para escribir. Esto de contenerme me vuelve loco. Pero ya tengo algunas ideas así que es cuestión de tiempo antes de que vean la luz del día. Locuras, anécdotas, fotos y demás; todo a su debido tiempo.
Por lo pronto, el narrador se va a dormir el sueño de los justos. Y vaya que se lo merece...

martes, 9 de diciembre de 2008

I fucking did it

Todo paso tan rápido...
Una experiencia perfecta en casi todos los sentidos. Algo que todos deberían experimentar al menos una vez en la vida. Aunque la verdad es que es mas difícil de lo que imaginaba; podría imaginar a mas de uno acobardándose al último momento.
Mi corazón sigue latiendo a mil por segundo; la adrenalina inunda mi cabeza y mi corazón. Será difícil superar todo esto. Pero viviré para intentarlo.
Se siente muy bien estar vivo.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Ciento treinta y cuatro metros

Una parte de mí se siente completamente exhausta, sólo con ganas de regresar a casa, dondequiera que esta se encuentre. La otra, y la que generalmente termina imponiéndose (por supuesto) es la que podría pasar fácilmente un par de horas pendejeando en las tiendas de souvenirs. Y vaya que hay cosas suficientes para perder el tiempo, especialmente en días horriblemente lluviosos como este, donde queda constancia de que el destino NO QUIERE que me cumpla uno de mis caprichos del momento: echarme del bungie. ¿Pero saben qué? No me importa en lo absoulto porque nunca pensé en preguntarle ni pedirle permiso. Todas las canicas estan en mi bolsa y tienen escrito mi nombre en letrotas negras y plata.
Tengo todavía un par de misiones pendientes en este lugar, pero la principal, con la que llegué originalmente, fue cumplida y superada en todos los sentidos. Y no, ni siquiera se atrevan a pensarlo: no era tomar el tour del Señor de los Anillos . Era tomar el tour de LA TRILOGÍA con todo y disfraces y diálogos hablando en elfo... qué poco me conocen.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Hallo du Luftpumpe

Es posible enamorarse de un lugar? Seguro sí, porque eso es lo que ha pasado.
There's so much to tell you, so little time...
La interacción entre las personas es secundaria; realmente todo se reduce a difrutar de la vista. Y vaya que hay bastante. Cuando una cámara no puede plasmar las sensaciones que uno siente, se sabe que se está en el lugar correcto. Pero ahora no puedo contarlo. Tal vez después. Sigo encantado...