viernes, 24 de septiembre de 2010

Homenaje al Dr. Cara de Tráiler

Jajaja. Y así, con ese título completamente sin sentido, sin más, comenzaré una muy necesaria entrada en este olvidadísimo blog.
Como siempre, después de tanto óxido acumulado, lo mejor será ser breve y conciso, evitando a toda costa aquellos desvaríos de los que soy tan adepto. Me limitaré, pues, a relatar algo de lo sucedido durante los últimos 10 días...
Todo, he de aclarar, a pesar de que he estado trabajando como esclavo; la codicia se ha apoderado de mí, y nadie podría culparme considerando que los domingos pagan casi 40 dólares la hora...
En fin, recapitulando un poco, hace un par de meses decidí comprar un celular. Para quienes me conocen, o mejor dicho, quienes me conocían durante aquella fiebre de los celulares acaecida por ahí de los años 2001-2003 durante los cuales absoultamente todo el mundo dejaba de respirar cuando lanzaban el nuevo Star-Crap de esos Motorola de doble pantalla horrorosos, sabrán que hasta que me fue posible, yo siempre me rehusé a ser esclavo de la moda. Tener un celular era de esas cosas que más que una ayuda era en verdad un puto desmadre. Recuerdo en especial un modelo de Sony Ericsson al que le tenías que conectar la cámara en la base, la cual tenías que cargar en su propia funda. Como sea, el punto es que nunca fui alguien a quien le importara demasiado ese aspecto de la vida cotidiana.
Dicha tendencia duró hasta hace no mucho, cuando mi Nokia, chafa y barato pero ultra-delgado y con una pila que le dura 5 días, llegó a colmarme la paciencia: no es para menos, pues tan sólo para abrir un mensaje se tarda la friolera de 5-10 segundos. Al principio lo toleraba, pero en verdad es que te acaba por sacar de quicio y dan ganas de darle unos buenos martillazos.
En fin, me decidí por un Samsung, con touchscreen, bastante chingón. Todo iba bien hasta que el otro día lo conecté finalmente a la computadora, intenté actualizar el firmware, y pum! de repente, se quedó convertido en un tabique inservible. Así como lo leen, un puto tabique de varios cientos de dólares. Ahora resulta que lo tengo que mandar a otra ciudad a arreglar, donde está el único centro de servicio de samsung en toda Australia, donde se tardarán al menos una semana en conectarlo a su computadora y hacerle cualquier mamada, por la que por supuesto me cobrarán 50 dólares (ya que lo compré por ebay así que la garantía no es válida en este país, los muy hijos de la chingada...), y le darán en la madre a todos mis contactos, mensajes, etc, etc. Una verdadera ganga.

En unas cuantas notas más positivas:

1)El sábado pasado fui finalmente a la embajada de México, con motivo de la fiesta del bicentenario. Estuvo bien, salvo el hecho de que llegué 3 horas tarde por tener que trabajar ese día. Pero tequila y coronas gratis hicieron que valiera la pena, definitivamente.

2) Hace unos días me dieron finalmente el reemplazo de mi llave azul, la cual da acceso al edificio y a mi piso después de las 9 pm, y al área de la albera, el gimnasio y el sauna a cualquier hora. La anterior desapareció misteriosamente (estaba rota y tendía a desprenderse del llavero), y llevaba cosa de 4 ó 5 semanas sin una, lo cual representaba por supuesto un verdadero desmadre, sobre todo con mis ocasionales hábitos fiesteros.

3) Finalmente, hace unas horas recibí mi auto-regalo de cumpleaños. Se trata de un reloj, uno de esos G-Shock indestructibles, que, casualmente, compré en un sitio neozelandés pero que envía los relojes desde Hong Kong... como sea, está muy chingón, como podrán comprobar:



Sí, se ve bien, pero se ve aún mejor en mi muñeca.

Por cierto, antes de que lo olvide, quizás iré a Foriade la próxima semana. El festival de tulipanes no es tan importante. Lo que me tiene intrigado son esos payasos REALMENTE tenebrosos que he visto en tierras australes:





viernes, 11 de junio de 2010

Euforia mundialista

Hoy tuve mi primer final. Applied Investments, por si alguien se lo preguntaba. Y aunque los pasados días estuve "estudiando", la verdad es que no pude dejar de pensar en lo que va a pasar mañana. Es la mejor sensación posible, la expectación. Aunque sin album, desgraciadamente. Ni hablar. Lo mejor, a pesar de todo, es que me puse la playera de México para ir al examen, claro, debajo de 2 capas de ropa, pues estábamos a 7 putos grados (sin mencionar que después del ocaso, a eso de las 5 iba a bajar a 3°). Pero eso no importó, pues yo me encargué de mostrar orgulloso el verde inolvidable de la camiseta de la selección; lo malo es que tal vez al 90% de la gente le valió verga pues son chinos y el fútbol les vale poco más que cacahuates. Pero en fin, eso no me desalentó, pues unas horas después la camiseta recorrió 3 bares en total. Y me di cuenta de que a los australianos también medio les vale madres. O será porque saben que se los van a cenar fácil... o más bien porque les encantan los deportes de mucho contacto donde los jugadores van directos a la ingle del contrario, cuando todos llevan unos shortcitos que serían la envidia de la mismísima bibi gaitán. O sea medio putones los cabrones, pero en fin, vaya que se ponen como locos con sus deportes de cavernícolas. Pero en fin, esto no era para hablar de esto, sino de ello. Y como se podrán imaginar, ya hay una reunión planeada para mañana, en cosa de 14 horas, donde iremos a ponernos felices, para luego ir a First Choice (la vinatería de los campeones, a 2 cuadras hacia el norte), posiblemente por un cartón de Coronas para estar a tono con el gran triunfo de los tricolores.
Aunque quién sabe, quizás también haya shots sudafricanos (ya les contaré después, pero son muy cabrones). Y mi cuate Ty, sudaficano no me ha respondido la invitación para venir a ver el partido. Seguro ya sabe lo que le espera: unos montoneros restregándole en la cara lo malos que son sus bafana bafana...
En fin, primero dios, que México gane al menos 5 puntos esta vez. Putos uruguayos y franceses de porquería. Se creen muy chingones por haber ganado hace 12 años, o 2 veces hace mil. Vamos a darles en la madre, por favor, mega ratones!
Venga!!!

martes, 8 de junio de 2010

De mucho, poco. Y de poco, nada.

Sé que merezco el desprecio popular por ser tan negligente, pero en fin. Ha sido un mes bastante ocupado. Es que ha tenido de todo: festejos de última semana de clases, festejos de que el día cayó en viernes, festejos por gente que se va, también. Pero es que, en verdad, ha sido una temporada de mucho contenido, que por decencia debería comentar. Es que, para variar, sería como una telenovela, no, mejor dicho una serie, producida por HBO, de alto presupuesto. Seguro a la gente le gustaría.
No. Tampoco. La verdad es que el vivir en otro país por un tiempo prolongado es algo difícil. Sí, les gusta el acento (y algunas otras cosas), pero la gente es fría. Nada de saludos de beso. Ni siquera estrechar manos. Aunque uno, a la larga los acostumbra.

He vuelto a jugar futbol. Un buen amigo español nos invitó a Duncan (escocés adicto a South Park, referido anteriormente) y a mí a jugar un torneo organizado para conmemorar el Mundial, entre embajadas y consulados. Con camiseta de gachupines, pero ni modo.
En fin, en el primer partido ganamos 3-1 al combinado iraní, con un gol y una asistencia para un servidor. Es que la clase no se pierde al dejar de jugar unos cuantos años (habrán sido al menos unos 11 años desde aquel entonces del Atlético Pacherdo, en las canchas de la alberca olímpica.
Como sea, la victoria significa celebración, y vaya que la tuvimos.
Sin embargo, al viernes siguiente, jugábamos contra Macedonia. 13-1 a Nueva Zelanda. Candidatos al título.
Pues llegamos, entumidos y todo, aunque sólo eran las 6 de la tarde. Es que por acá ya baja por las noches a 1° (la semana pasada), o a -3° (los próximos putos días!). En fin, dominamos los primeros 10 minutos, pero sin marcar. Yo salí de inicio, pero después de unas salidas de contragolpe y persecusiones al muy tocado delantero macedonio, fui a la banca un par de minutos para recuperar el aliento. Pero en cuanto regresé, recuperé balón en la banda izquierda (juego de defensa pero me gusta subir a atacar bastante), conduje el balón unos 20 metros, llegué a línea de fondo, y toqué la diagonal de la muerte, a la salida del portero. Finalmente abrimos el marcador, casi al final del primer tiempo. Llegó el segundo, y anotamos el segundo. Yo pensé que eso los iba a desmoralizar, pero no. Es que metieron el 1-2 a los dos minutos, y el 2-2 unos cuantos después. El pelirrojo no es nada confiable en la portería. Nos engañó a todos, por medir 1.94 y decir que alguna vez jugó de portero en algún momento. Seguramente habrá sido en cuarto de primaria, porque de portero tiene el cabrón lo que yo de panista de mierda. En fin, perdimos 4-3, y ya no hay posibilidades de llegar a la final porque calificamos segundos de grupo (eso seguro porque jugamos contra Nueva Zelanda esta semana). Pero como sea, eso no nos impidió hacer lo que siempre hacemos en un viernes en la noche: empezar con unas chelas en mi depa para luego salir a algún pub en la ciudad (que siempre resulta ser O'Malleys, a 3 cuadras de mi casa), y luego ni para qué contar. Buena noche, con buenos amigos, donde incluso hubo bailongo a unas canciones totalmente desconocidas, con una MILF-guerrera. Que casualmente hace cine. A gusto.

Pero en fin, lo que sirva para agarrar. En fin, ese no era el punto de todo esto. Es más: ¿cuál era?

miércoles, 5 de mayo de 2010

On the rocks

Ayer fue uno de esos días de clima loco. Canberra es de esos lugares sin una temporada de lluvia tan definida (al menos no tanto como los malditos 8 meses de tráfico insufrible y baches). Y este año, el otoño ha sido razonablemente benigno. Pues desde ayer, parece que el período de gracia ha terminado. Estuvo lloviendo todo el puto día, con raros intervalos de sol que parecerían indicar que los ángeles necesitan tiempo para recargar sus vejigas y seguir dándonos en la madre.
Pues hoy el cielo amaneció esplendoroso; aunque he de aclarar que yo no fui testigo de lo anterior como hasta las 10 am, mi hora habitual (y lujosa) de levantarme de la cama. Al disponerme a salir, pensé ingenuamente que una camiseta térmica de manga larga y una playera serían suficientes para afrontar el día. Minutos después, lamentaría mi poco juicio...
Una tarde HELADA, ni más ni menos, me esperaba. Ni la excelente selección musical podría mantenerme a una temperatura decente. El pronóstico dijo 4-14°C, y yo, en la pendeja total. Es que a veces 14 suena a mucho, pero en realidad nada. Sobre todo si es la máxima!
En fin.
Después actualicé mi atuendo, y ya todo estuvo mejor. Pero sé que ahora toda salida implicará suéter obligatorio...
Y pasó algo chingón, a final de cuentas: hablé con un conocido, por segunda vez, y resultó ser tan atascado como yo con South Park! Un escocés que aparte me estuvo dando una lección de whiskey (no lo llamen 'scotch' a menos que sea de muchas maltas), que supuso, oh gran sorpresa, de gran utilidad para el futuro...

Fuck you, Johnnie Rojo!

jueves, 15 de abril de 2010

Une année sans lumière

Hoy se cumple un año de que recibí la peor noticia de mi vida.
Y la verdad, no sé qué más escribir al respecto. Hay cosas que no se olvidan jamás. Sólo espero que alguien por ahí esté rezando por su alma. Aunque no hay necesidad: la bondad y la inteligencia no requieren aderezos. Y la verdad, no me importaría que no fuera así. Siempre vivirás en mi memoria y en mi corazón. Una vez más, gracias por todo.
Rocco

viernes, 26 de marzo de 2010

La música en el pueblo

Qué pinche fastidio, querer huevonear en la cama pero con un puto calor infernal. A veces quisiera que fuera socialmente aceptable bajar en pelotas a la alberca y al sauna. De jodido envuelto en una toga de sábanas de algodón. En fin, es lo que uno se gana por no haber querido pagar 15 dólares por un maldito ventilador... es que se supone que el verano ya terminó y ya ni al caso, pero en fin, no lo voy a comprar por unas semanas.
Como sea, ese no era el propósito (aunque quizás una de las principales causas) de escribir mi acostumbrada sarta de incoherencias. Más bien era el relatar los sucesos de la noche pasada, una inesperadamente espectacular noche más bien. Si alguien me hubiera sugerido ir a ver a The Dead Weather probablemente hubiera proferido uno de mis habituales mhhhrghhhhhhhh (acompañado de un encongimiento de hombros). Una vez googleado, seguramente hubiera aceptado sin chistar, y es que la neta ver a un virtuoso como ese tal Jack White no es precisamente una oportunidad que se presente todos los días.
La noche empezó sospechosamente tranquila, y es que aunque los boletos decían que el evento comenzaba a las 8.30, uno como buen chilango, acostumbrado al usual desmadre que implica un concierto, nosotros decidimos llegar bastante tiempo antes.
Llegamos al lugar del concierto: un inusualmente vacío UniBar, donde yo había visto alguna vez a algunas bandas locales en un escenario montado en la zona exterior, en lo que estos australianos llaman pretenciosamente un beer garden. Total que llegamos, y en esta zona no había escenario montado, y en las mesas habría no más de 30 personas, tomando cerveza plácidamente. De repente sospeché lo peor: una cancelación de última hora. Una vez más, sacando el cobre chilango fatalista- hay demasiada poca gente, a huevo algo malo está por pasar-. Pero no, el concierto iba a ser adentro, lo cual tampoco me tranquilizó por completo, pues la cola para entrar, a escasos 5 minutos de la hora estipulada, era de unas 20 personas...
En fin, una vez adentro y con mis dudas plenamente resueltas, nos dispusimos a relajarnos (lo que, por supuesto, implica una buena chela). Ni modo, hubo que mezclar la Stella que ya traía en la panza con la Heineken de la barra, pero no escuché quejas de mi paladar así que supongo que tampoco le cayó tan mal la idea.
El grupo abridor, una grata sorpresa, una banda neozelandesa llamada Street Chant. Un rock simple, de garage, pero muy bien ejecutado y con un innegable appeal. El baterista, que tocaba bastante perrón, tendría no más de 16-17 años, y los otros 2 miembros eran mujeres, sorprendentemente. Por cierto, creo que tuve un crush inmediato con la bajista pues no tenía malos bigotes, aparte de que pensándolo bien, hay algo extremadamente sexy en una mujer que sabe tocar un instrumento musical...



Pues estos monos tocaron por algo así como 6 u 8 canciones, y cuando presentí que estaban por abandonar el escenario me decidí a ir en chinga al cajero, que se encuentra situado a unos 100 metros del bar. Mi amiga gringa Meredith, que fue quien compró los boletos y confesa admiradora in extremis del tal Jack Blanco, no quiso ir pues para entonces habíamos apañado un lugar en la primera fila, recargándonos en la barrera de metal. Mal por ella, pues se hubiera dado el gusto de su vida: justo al salir, vi una camioneta de renta, de la cual salieron unos 8 monos, todos vestidos de negro, entre los cuales reconocí sin problemas la esbelta y pálida figura del virtuoso de Detroit. Pasaron con paso apresurado enfrente de mí, a escasos 3 metros de distancia. Algo que evidentemente no me pasaría en otro lado. Pero como no era Robert Smith ni Michael Stipe ni Roger Waters, ni me pasó por la cabeza hacer una escena de histérico pidiéndoles un autógrado ni nada de eso. Y la verdad no se veían con demasiadas ganas de ser reconocidos (y no había mucho riesgo, pues cuando esto pasó sólo había otra persona más a la vista).
En fin, no daré una reseña del concierto; simplemente me limitaré a confirmar sus sospechas: sí, estuvo muy chingón, quizás más de lo que esperaba. Se nota en seguida cuando uno está en presencia de músicos consumados, el dominio de los instrumentos, el escenario, la sincronía con los demás.

Ahhh y por cierto Alison Mosshart también es un bombón. Supongo que tengo una obvia debilidad por las rockeras.



Y no, Patti Smith no cuenta.

miércoles, 17 de marzo de 2010

If the devil is 6, then Don Rosco is 7!

Y pensar que hace no más de 2 años sólo conocía a los Pixies (como la gran mayoría de las personas, imagino) por canciones como Where is my mind o Here comes your man. Pues resulta que finalmente, el plazo se cumplió, después de meses y meses de babear constantemente pensando en que mi primer concierto (que digne ser llamado así) em tierras australes sería el de estos maestros de la música realmente alternativa.
Todo salió bien, desde el hospedaje en un muy mamón hotel con vista al jardín botánico y a la Opera House en el piso 17, unas buenas chelas que he de decir, hubieran podido estar más frías. No importa, la cosa es que como era de esperarse, cero desmadres para entrar, todo bien organizado, sin nacos completamente empapados en sudor empujando a todo mundo, en fin, ustedes ya saben a qué me refiero. Claro que todo esto tiene un precio, el cual resulta ser el triste hecho de que una cerveza cueste AUD $7. Aunque puesto en perspectiva, es casi lo mismo que el precio en cualquier bar, así que tampoco es para cortarse las venas.
Increíble, pudimos meternos entre la gente hasta quedar a escasos 20 metros del escenario, contando todavía con un espacio personal bastante decente. Espacio que una mujer pasó invadiendo por al menos media hora durante los cuales al parecer decidió que la mejor manera de aliviar su comezón en el pecho era justamente, frotarse contra mi espalda. Digo, quién soy yo para quejarse, lástima que se veía a leguas que era fan old-school del grupo y quién sabe qué chingados se habría metido; escena curiosa, ver a una cuarentona en ácido. Y seguro no era la única porque el promedio de edad se acercaba bastante a los treinta. Al menos, fans de los de a de veras.
En fin, mis expectativas eran muy altas, y estos cabrones no decepcionaron. Después de tres canciones, que la verdad no podría nombrar, dio inicio el playlist de Doolitle, con lo que el corazón casi se me sale del pecho. Es que el álbum comienza con Debaser.





No tengo palabras para describir la emoción, la euforia y la inconmensurable felicidad de estar ahí, en ese momento. Recordé que pocas cosas son tan intensas y gratificantes como ver grupos chingones en vivo. Y estos cabrones, que ni parecen rockstars (Black Frank es un gordote que hace ver la guitarra como un juguete, y la bajista es literalmente una señora, que según yo no tenía malos bigotes hasta que recordé que ya no estamos en los ochentas y que los años pasan factura) dieron una cátedra de cómo se hace y ejecuta la música que en su momento transgredió y que hoy sigue siendo una verdadera chingonería y un legado para la humanidad con buen gusto. Sin duda, directo a mi top 5, y vaya que esas son palabras mayores, viniendo de alguien tan atascado como un servidor.
Lo que me lleva a dos puntos que quiero mencionar para concluir este capítulo:

1) Muy pronto voy a hacer una lista tratando de incluir a todos los artistas que he visto en vivo, lo cual seguramente traerá un torrente de recuerdos muy muy gratos. Por no mencionar el dineral que he invertido en esta adicción a lo chingón.

2) Hace muchos años, me dije que había tres grupos que tenía que ver en vivo antes de morir: esos eran, sin ningún orden particular, R.E.M., Depeche Mode y The Cure. En aquel entonces mi rango era bastante más limitado (y cómo no, con los rateros de mixup y sin la bendición llamada vuze/ azureus), así que yo pensaba que una vez cumplido el caprichito, me iba a poner en paz. Qué equivocado estaba... el ser humano es, antes que racional, atascado. Y entre más tienes, más quieres y más te atascas. Ahora, aunque puedo decir con toda tranquilidad que estoy más que satisfecho con todo lo que me ha tocado, la lista sigue y sigue creciendo y no se ven señales de que vaya a ser de otra manera. Al menos hasta que me sienta ridículo yendo a conciertos rodeado de mocosos de la mitad de mi edad, lo cual espero no pase hasta que tenga ochenta años.
Así nomás, de rebote, nombro unos cuantos: Black Rebel Motorcycle Club, The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine, Rolling Stones, Röyksopp, Sigur Rós, Phoenix, Muse, Mgmt, The Mars Volta, Keane, Franz Ferdinand, Pulp (si se reunieran estaría de poca madre), Cocteau Twins (lo mismo) y Arcade Fire.
Quién sabe, algún día...

lunes, 8 de marzo de 2010

Sobre-viviendo

Lo sé. Debería darme mucha vergüenza estar escribiendo por primera vez en el año. Pero ni hablar. Estaba leyendo el blog de DJ Frank y recordé lo divertido y entretenido de relatar esos episodios que para algunos (o más bien la abrumadora mayoría) son triviales pero que para otros simples como uno podrían fácilmente convertirse en una idea digna de un guión de Curb your Enthusiasm (el Seinfeld de la actualidad, por si alguien se lo preguntaba, aunque yo creo que es aún mejor...). Pues a mi seguro que me han pasado y en numerosas ocasiones a lo largo de unas extendidas y merecidas vacaciones por algunas inhóspitas partes del mundo.
En fin, me encuentro en el último semestre finalmente, ya un poco apresurado por terminar. Es cierto: uno se vuelve codicioso una vez que ha trabajado y disfrutado de los frutos de ganar dinero y tener ingresos constantes. Eso de ser estudihambre no está taaaaan padre. Pero poder levantarse tarde probablemente lo compensa casi en su totalidad.
Aunque no es tan malo ahora que tengo trabajo más estable que antes. Ahora que lo pienso, esta es la primera vez que hablo de mi trabajo en este blog. Wow, cómo pasa el tiempo.
Nada que no amerite su propia entrada, por supuesto. El caso es que ahora es una etapa de transición, de adaptación y de aprendizaje.
Todo comenzó con ese viaje purificador. Luego el inicio del año confirmó que ya nada sería igual, que un nuevo ciclo estaba aquí, una oportunidad para empezar nuevas cosas, dándole una vuelta a la hoja del 2009.
Y a mi vaya que me cayó de poca madre. Hacía mucho que no me sentía tan liberado (creo que desde que me rehusé a dar un anillo forzado y absurdo) de finalizar una relación. Y es algo gacho, ver a otras personas y tener pensamientos pecaminosos. No porque fuera a hacer algo, yo no soy de esos: simplemente quería la libertad de poder hacer lo que me diera la chingada gana.
Y francamente tampoco está mal no sentirse culpable, ahora que uno puede devolver sin reparo las sonrisitas guerreras de las compañeras de chamba. Ya veremos qué pasa.
¡Ánimo! ¡Esto se va a poner bueno!