lunes, 18 de agosto de 2008

One more with feeling

Como ya deberían saber a estas alturas del partido, soy una persona extremadamente curiosa y preguntona. La abrumadora mayoría de las veces, resultan ser simplemente preguntas retóricas, ya que no siempre las personas se interesan en las locuras y ocurrencias de los demás. Generalmente, tampoco están dispuestas a detenerse un poco y pensar. Claro, todos vivimos extremadamente ocupados, lo que casualmente se vuelve el pretexto perfecto, aliado incondicional para justificar la hueva y la desidia. Por supuesto que todos nos queremos sentir súper importantes, así que de alguna manera nos autoconvencemos de que efectivamente nunca hay tiempo para nada y cuando lo hay lo tenemos que usar para descansar de las miles de cosas que hemos estado haciendo (la principal, por supuesto, es pensar lo ocupadísimos que nos encontramos en todo momento).


Todo esto sale a colación porque en últimos días me he sentido como un verdadero inútil sin propósito en la vida, levantándome tardísimo y haciendo realmente poco durante las escasas horas de luz que me toca presenciar. Alguien me decía que para eso es el invierno, para dormir lo más posible, y hasta ahora me cae el veinte. Qué razón tenías...



En fin, de lo anterior se desprenden 2 temas:



Primero, he notado que esta relativa inactividad a veces me hace "culparme" a mí mismo, como si fuera algo malo. De repente se me olvida todo lo que hice durante la semana, la presentación, el trabajo en equipo, el ensayo que entregué, etcétera. Pero de nuevo, la autoflagelación que tanto nos encanta. Y me pregunto cómo chingados no conozco aún las zonas más turísticas de Canberra, como el War Memorial, Parliament House, el jardín botánico, etc. Ahhh tanto por hacer, tan poco tiempo...



Segundo, frecuentemente me pregunto qué hacen los demás, que se encuentran en la misma situación. Cabe mencionar que en mi grupo de amigos sólo yo soy estudiante de posgrado, el resto son universitarios, de intercambio o locales. Y aunque pasan bastante tiempo más que yo tomando clases, el esfuerzo requerido para hacer sus tareas y demás actividades nada tiene que ver con el mío. Así que podemos hablar de una paridad en lo que escuela se refiere.

Pues bien, supongo que tampoco ellos tienen demasiado que hacer, porque al menos ayer y hoy (sábado y domingo) se la pasaron un buen rato en la bibioteca; inicialmente creía que son bastante responsables, ñoños acaso, pero ahora creo que todo tiene otro sentido: simplemente acuerdan reunirse ahí para construir un sentido de pertenencia, ante la imperiosa necesidad de un pretexto para llenar las interminables horas de stand by del fin de semana. Qué horrible es el sentimiento de soledad, no?

Corolario: todo terminó en que se vuelven todos dependientes del Gran Rosco. Y no sólo por su incomparable buen humor, caballerosidad (para los estándares universales) e innegables dotes de gourmet (que literalmente me han hecho ser considerado marriage material por estas latitudes). Saben que el mexicano es como muy pocos (o ninguno): es a toda madre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bueno que tu autoestima no ha sufrido daño.