lunes, 12 de mayo de 2008

Cuando pase el temblor (ahh no, que ya fue!)

Y ni cuenta me di.

Ayer, el fatídico 10 de mayo. Obvio, viviendo en el D.F. uno sabe que esa fecha en sábado no puede traer otra cosa que frustración, mucho tráfico y como ahora está tan de moda, un calor asqueroso que sólo nos deja con ganas de chelear todo el día.

Bueno pero el calificativo era por otra cosa que ya todos saben. Era la fecha elegida para consumar una pendejada. Al menos en mi muy humilde opinión. Y como siempre tengo la razón, pues así se queda todo.

Probablemente no debería estar escribiendo sobre esto pero sé que irremediablemente algún día esto será leído por ti. Y ni hablar, sólo espero estar muy equivocado.

Sólo quiero estar seguro de que estás bien contigo misma para poder ofrecer algo (bueno) a alguien. Y la neta la neta, lo dudo mucho. Habré presenciado tantas evidencias de lo contrario... qué horror. Parece que a los guionistas de este melodrama se les acabó la imaginación con un final tan predecible y seamos honestos, chafa. Bueno, no para mí. Yo estoy bien a pesar de todo; aunque quisiera arreglarle la vida a todo mundo sé que no es posible. Y por eso me conformo con hacer lo posible por estar bien conmigo mismo. Y cada vez pienso más que no es tan difícil, realmente. Sólo se tiene que eliminar cualquier pretensión y prejuicio y expectativa sobre nosotros y sobre los demás. No esperar nada. Y no necesitar nada de eso que no se espera. Porque si nos llega a faltar ufff qué trágico. Es en ese momento cuando es necesario reírse de uno mismo y darse cuenta de que solemos tomarnos demasiado en serio. Y no es para tanto.



De todos modos, creo que me hubiera visto ridículo con un frac.


Es que el lavadero no se nota con ropa.

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