lunes, 3 de noviembre de 2008

Not over yet

Esta es mi segunda semana sin clases. Y aunque en ciertos sentidos no es la gran diferencia pues sólo iba 2 días a la semana, he perdido casi por completo la noción del tiempo. Y para mi desgracia, es como si el botón de repeat de aquel control remoto se hubiera quedado trabado en un domingo. A veces siento que es como desperdiciar un período de mi vida, totalmente improductivo, atrapado en el limbo por un par de semanas antes de hacer algo extremadamente necesario en estos momentos: cambiar la rutina por algo chingón. Y afortunadamente, ese cambio durará más de lo previsto, pues se acaban de añadir un par de semanas en Nueva Zelandia. Sintiéndome como en la inédita cuarta parte de El padrino, me hicieron una oferta que no pude rechazar. Ahhh, 2 semanas en una islita que lo tiene todo. Las preocupaciones (y el arrepentimiento) por la gastadera vendrán, pero después. Ya regresando trabajaré durante una navidad que poco significado tendrá para mí, inmerso en un mar de desconocidos lejos de todo.
Y digo eso porque a mí me gusta celebrar el nacimiento de nuestro señor jesucristo todos los días del año, no sólo el viernes santo.


En fin, el punto de todo esto era la abrumadora monotonía de la vida. Y lo peor es que no soy sólo yo: he estado investigando y los demás pasan exactamente por lo mismo: irse a sus casas, ver tele, conectarse a internet, youtube, facebook y ya en situaciones extremas, estudiar. Aunque creo que mi caso no es tan patético como para quienes viven en los dormitorios, donde ni siquiera tienen internet en sus cuartos. O si quieren ver la tele tienen que bajar al common room, esperando que nadie haya apañado el control para ver un partido de cricket de 6 horas.


En contadas ocasiones, sin embargo, suceden cosas que iluminan, aunque sea brevemente, la existencia: descubrimos en un cuarto en uno de los mencionados dormitorios un Super Nintendo. Hartos juegos, pero mis ojos sólo vieron 3 palabras. Super Street Fighter. Un muy placentero flashback a mi adolescencia. Y unos minutos después, un triste recordatorio: no es tan divertido, pues sigo siendo invencible.


Otro highlight fue el festival internacional de cine, al que muy probablemente siga teniendo que ir solo pues no mucha gente se emociona ante la expectativa de ir a ver una película escandinava.


La que yo vi se llamaba Black Ice (Musta Jää), nada del otro mundo pero refrescantemente diferente. Un recordatorio de que tocar la guitarra en pelotas es más divertido de lo que parece.

Yo sólo tengo un tambor; eso tendrá que bastar por el momento.

No hay comentarios: