miércoles, 11 de febrero de 2009

Losing touch

Alguien me dijo hace algún tiempo que en la vida lo más importante es el humor. Y no terminó ahí: me dijo que YO lo tenía. Y la verdad quién soy yo para contradecir esas sabias palabras, siendo parte de la llamada generación Y, que nada toma demasiado en serio.
Tristemente, me doy cuenta de que en ese entonces, cuando fui merecedor de ese gran elogio, además de ser más prolífico (medido en cantidad de pendejadas escritas al mes), era capaz de encontrar el humor hasta en los lugares más impensados. Una parte de mí siente que la frialdad del primer mundo se ha apoderado de mi inspiración, que la ausencia de tacos y salsa verde me han afectado más de lo que había pensado. Escribir se volvió un escape, una especie de santuario en donde finalmente podía expresarme al cien por ciento, en español, para decir cualquier chingada cosa que me pasara por la cabeza. Y no lo sé, tal vez eso removió el humor de mis ordinarios deditos.
Pero eso cambiará, lo prometo. Y en algún tiempo, cuando relea las cosas que he escrito, volveré a sentirme orgulloso del monstruito. O mejor aún, me cagaré de risa como antes.

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