lunes, 8 de diciembre de 2008

Ciento treinta y cuatro metros

Una parte de mí se siente completamente exhausta, sólo con ganas de regresar a casa, dondequiera que esta se encuentre. La otra, y la que generalmente termina imponiéndose (por supuesto) es la que podría pasar fácilmente un par de horas pendejeando en las tiendas de souvenirs. Y vaya que hay cosas suficientes para perder el tiempo, especialmente en días horriblemente lluviosos como este, donde queda constancia de que el destino NO QUIERE que me cumpla uno de mis caprichos del momento: echarme del bungie. ¿Pero saben qué? No me importa en lo absoulto porque nunca pensé en preguntarle ni pedirle permiso. Todas las canicas estan en mi bolsa y tienen escrito mi nombre en letrotas negras y plata.
Tengo todavía un par de misiones pendientes en este lugar, pero la principal, con la que llegué originalmente, fue cumplida y superada en todos los sentidos. Y no, ni siquiera se atrevan a pensarlo: no era tomar el tour del Señor de los Anillos . Era tomar el tour de LA TRILOGÍA con todo y disfraces y diálogos hablando en elfo... qué poco me conocen.

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