miércoles, 9 de marzo de 2011

La elegía de la profecía de la trilogía

He vuelto.
Estaba escuchando un disco de The Cure, Show, cuando recordé mis épocas escandinavas, allá en el cada vez más lejano 2002. En ese entonces mi buen amigo Aldo, queretano, ignoraba por completo sobre la existencia del mencionado grupo (el cual al parecer es también favorito de los güeyes de Sout Park, lo cual sin duda es un gran plus), cuando yo propuse un viaje ex profeso a Hamburgo para verlos en vivo. Aunque tomó un poco de convencimiento de mi parte, al final se armó un viaje muy cagado, 4 mexicanos, todos viviendo en el guetto en Jönköping en el que se localizaba nuestra residencia estudiantil, Råslätt. Al final, sólo Aldo y yo fuimos al concierto, y cuando íbamos en camino, a medida que nos acercábamos a la estación donde bajaríamos al estadio, el metro se llenó gradualmente de gente vestida de negro, desde darketos, rucones de treintaitantos, skinheads y a quienes simplemente describiría como los emos de principios de siglo. Claro que, en gente de 25+, no dejaba de llamar la atención, y más en grandes concentraciones. En algún momento, este cabrón hasta me preguntó preocupado si los cabrones de The Cure eran como de dark metal o una madre del estilo, jajaja. Al final, el concierto no estuvo tan bueno por el hecho de que yo no conocía muchas de las canciones que tocaron, no son de esos grupos que tocan casi puros éxitos mezclados con el nuevo disco: no, estos chingones fomentan a que uno explore más a fondo en su música, y vaya que tienen un arsenal de reata en sus pantalones. Como sea, unos años después tuve mi revancha (aunque he de confesar, en malos lugares y mala sede, el infame palacio de los rebotes). Y la verdad es que Hamburgo está de poca madre, sin mencionar que para eso tuvimos que atravesar Dinamarca, con llantas prohibidas, nada menos; traíamos las de nieve, no permitidas en Alemania pues todavía no empezaba a nevar ahí. Una experiencia memorable.



-fin del acto primero-

Hace casi exactamente un año, cumplí uno más de mis caprichos musicales, asistiendo al concierto de los Pixies, el cual fue además mi primer concierto en Australia.
Pues predeciblemente estuve jode y jode a mis amigos para que fuéramos, porque Luis no tenía ni puta idea de quiénes son. Si acaso conocería Where is my mind. Ya ni porque vive en Sydney el cabrón.
Otra cosa muy chingona fue el habernos quedado en el Intercontinental, con vista a la casa de la ópera y el jardín botánico. Gracias a mi recién estrenado descuento, un cuarto cuyo precio normal es de ca. AUD340 (unos 4200 pesos al tipo de cambio actual, una real mamada) nos salió más barato que un hostal.
El viaje cumplió además otro propósito, pues ahí se conocieron (el ignorante) Luis y mi amiga gringa Meredith, a la cual creo haber mencionado en un post, en mi recuento de los daños del concierto de The Dead Weather. Un año después, siguen juntos, a pesar de (y gracias a) la distancia. El concierto, uff. Espero que mi reseña le haga justicia a esa excelsa experiencia musical. Cuando la leí, motivado por los eventos narrados en la entrega que viene a continuación, vi que hablé sobre el concierto pero no de mucho más. Y ahora todo adquiere sentido...


-fin del acto segundo-


Una de las cosas positivas de las redes sociales es que te enteras de cosas que, de otro modo, seguramente ni al caso. Pues este fue el caso hoy hace unas horas, cuando en el news feed de mi teléfono vi una actualización de facebook del perfil de MGMT anunciando unas cuantas fechas en Australia en cosa de unos días. Pues de pura casualidad vi que quedaban boletos para su concierto en Sydney, a cosa de 48 horas de que ocurra. Y de nuevo, hablar, tratar de convencer, persuadir, ese estira y afloja que debería ser totalmente innecesario cuando se trata de buenos grupos, pero en fin...
Ahora en cosa de 2 días se cerrará lo que supongo es una trilogía. Una trilogía de conciertos, de entre unos 30 a los que habré ido, que comparten un vínculo del que no me había percatado hasta hace unos momentos: esa noche en Hamburgo, en mi primer concierto fuera de México, The Cure tocó su trilogía (la cual presiento es ligeramente más cabrona que la mía): compuesta por Pornography, Disintegration y Bloodflowers. Unas verdaderas joyas. Años después, mi primer concierto en Australia, sobre el cual escribí añadiendo también una lista de grupos que me gustaría ver en vivo en algún momento. Y resulta que MGMT está ahí. Y justo hoy, minutos después de comprar los boletos, The Cure (¡en vivo!) hizo su aparición en el shuffle del ipod. El ciclo se completa; los motivos, los conciertos primerizos, los amigos incrédulos, la pura sabrosura.
Jajajaja tanto choro para estas mamadas del destino y mi profecía. Seguramente es un caso de wishful thinking. Röyksopp va al D.F. este mes si mal no recuerdo, maldita suerte. Será para la próxima, espero. Y Pulp ya se reunió, así que quién sabe... en fin, se vale soñar.


-fin del acto tercero-


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